domingo, 21 de septiembre de 2008

EN LOS JARDINES DE LA CASONA


Después de las consabidas fotos y parabienes, nos trasladamos a los jardines en que se han convertido la magnífica huerta que tenían los frailes. Allí nos sirvieron un refresco sobre unos toneles decorados al efecto.

Gozando de la apacible tarde y degustando el refresco, un pequeño grupo de teatro nos entretuvo con una obra cuyo tema es universal: lo difícil que resulta guardar un secreto, especialmente si intervienen mujeres.

Con este ambiente entretenido vimos la puesta de sol y, al mismo tiempo el maestro de ceremonias nos recordó que era lo que más le gustaba al rey Alfonso VI en las largas temporadas que aquí pasaba.

Como la huerta es muy amplia, en un espacio de ella, los caballistas que acompañaban al novio hicieron como una pequeña escuela de montar para niños y jóvenes que experimentaron una agradable sensación al verse encima de este noble animal, según confesó mi sobrina Patricia, que aprovechó la ocasión para ejercer de amazona.

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