lunes, 7 de septiembre de 2009

RECORDANDO VIEJAS LABORES DEL CAMPO



Acabo de venir de ayudar a barrer el solar de una buena trilla de garbanzos que mi pariente Manolo ha logrado cultivar.
La idea de sembrar una finca de dos hectáreas no ha podido ser más prometedora y novedosa, pues aquí el cultivo del garbanzo se hizo siempre en pequeñas cantidades para el consumo casero.
En estos tiempos en que los cereales tienen un precio ruinoso y los fertilizantes tremendamente alto, esta iniciativa pudiera ser un complemento importante para las explotaciones de cereal.
Hace ya bastantes años que el cultivo de la lenteja era aquí tan importante como el cerealista. La lenteja pardina, también llamada de Riaño, estaba muy bien adaptada a este terreno, lográndose unos rendimientos medios de ochocientos a mil kilos por hectárea, según la meteorología del año.


















Su comercialización también era buena, pues existían en esta región varias empresas que limpiaban, esterilizaban y empaquetaban toda la producción de esta zona, lográndose unos precios bastante aceptables.
Pero desgraciadamente, cuando se generalizó el uso de herbicidas, este cultivo desapareció, pues la lenteja, aunque se desarrollaba a simple vista casi normalmente, cuando llegaba la floración se marchitaba la flor y no cuajaba la vaina.
Este experimento de la familia González sembrando una finca de dos hectáreas de garbanzos puede ser interesante. Si como parece, a esta leguminosa no le afectan los herbicidas podría haber en nuestras explotaciones cerca de un siete por ciento de su totalidad que fuera tierra idónea para este cultivo pudiéndose lograr una producción como en este caso de unos mil kilos por hectárea.
Dado el estancamiento de la actividad cerealista, este ensayo es digno de elogio y precursor de otros muchos que había que hacer, si no queremos que la pequeña explotación muera asfixiada por las grandes multinacionales que controlan los precios.
Estas operaciones de trilla y aparve para nuestros vecinos Rebeca y Patri han sido un espectáculo novedoso que acaso no hubiesen visto nunca. Se interesaron mucho por saber los materiales de que están hechos los trillos, la composición y origen de las escobas de aujeras y demás utensilios de estas faenas.














Una trilla tan grande de garbanzos acaso no se haya dado nunca en estas eras y festejando la novedad, nos reunimos casi todos los vecinos para barrer el solar que entre todos fue dicho y hecho.
Para festejar esta espontánea reunión, la familia González nos obsequió con unas botellas de refrescante sidra que quitó de nuestras gargantas el polvo de la faena.
Hace pocos años se están montando comercializadoras de productos ecológicos. En Castilla y León se ha montado una que se denomina Tierra de sabor que gestiona la introducción de sus productos, bien seleccionados y con plena garantía, en las grandes cadenas de alimentación.








Estas no dudan, si el producto es genuino, en venderlo con un sobreprecio comparado con los productos corrientes.
Con esta mejora del precio se podría compensar las labores de selección y empaquetado de estas y otras leguminosas que pudiesen ser tan rentables como el antiguo de las lentejas.

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