sábado, 24 de octubre de 2009

EL TEIDE
















Hace unos años, ya casi tres, con ocasión de un viaje a Tenerife visitamos el Teide. De aquel momento queremos contaros nuestras impresiones.

Si el escenario del Teide es de por sí espectacular, no menos meritorio es el esfuerzo
que Tenerife ha hecho para modernizar, comunicar y conservar este tesoro turístico.
Cuando empiezas a subir las primeras rampas te das cuenta que con la altura van cambiando las esponjosas nubes pegadas al terreno. Al entrar en la zona de pinares, a unos doscientos metros de altura, da la impresión de que estás en la más intrincada selva tropical. El pino canario, actualmente protegido, desde su espesura, busca la luz solar alargando sus derechos troncos hacía lo alto.
Es una verdadera lástima que hasta aquí haya llegado la plaga de los eucaliptos, promovida por las papeleras en los años de escasez. También erróneamente plantaron pinos foráneos, que al no estar aclimatados al ambiente necesitan, como el eucaliptos, más agua que la que proporciona los vientos alíseos.
El pino canario, además de proporcionar una excelente madera, de la que están hechas las mansiones antiguas, esta constituido por finas vetas de madera, bien bañadas de resina, que con el tiempo toma un color oscuro parecido al nogal.
Esta misma estructura le defiende del fuego y con sus hojas alargadas consigue convertir en agua el aire húmedo del Atlántico.
Después de esta zona boscosa viene la de los volcanes, que hace millones de años abundaron por aquí. Recientes estudios han demostrado que el material volcánico más antiguo no está en el Teide sino en la caldera de Taburiente, que es un enorme cráter de un volcán apagado.







Hubo otros dos volcanes antiguos que el tiempo y las erupciones del Teide han ido allanando. Los restos de lava han ido formando unas figuras caprichosas, que fotografié, con los nombres alusivos del dedo de Dios, el Ángel, el rostro indio, el guanche mal enterrado y otros muchos que la fantasía de los visitantes da nombres según su figura.




















Al venir en el autocar de regreso, pasamos por una vuelta pronunciada de la carretera, que la excavación ha dejado al descubierto tal cantidad de vetas con diferentes colores de lava, que la han bautizado con el nombre de la Tarta por su gran parecido.













También en otro desmonte de la carretera hay un conjunto de figuras de forma circular, con unas vetas que parece los pétalos de una rosa.















Por el lado norte del Teide han montado un funicular, con capacidad para treinta y ocho personas, que te eleva a tres mil quinientos cincuenta y cinco metros. Aprovechando esta gran altura han montado un mirador desde donde se puede divisar, en días claros, todo el archipiélago.









Los pocos metros que faltan hasta la cumbre, además de ser peligroso por las emanaciones de gases sulfurosos, el cabildo de Tenerife, con un buen criterio conservacionista, no da permisos más que a científicos y vulcanólogos.

viernes, 23 de octubre de 2009

ENTIERROS DE ANTES




El pasado veinte de Septiembre asistimos al entierro de mi querido consuegro Teodoro en su pueblo natal de Joarilla de las Matas (León).
Constituyó un acto multitudinario de dolor, por ser el finado muy conocido y apreciado en todos los pueblos limítrofes.


De San Miguel, por ser el pueblo de Paquita, esposa del finado, acudieron una gran mayoría de sus vecinos.
















Este acontecimiento me ha traído a la memoria la gran diferencia que he apreciado en los setenta años que llevo participando en estos actos.
El uso mayoritario del coche ha contribuido a que en los entierros actuales, en general ,se concentre gran multitud de gente que, sin tener una afinidad con el difunto, le gusta acompañar y de paso saludar a conocidos y amigos.
Esta buena costumbre, que contribuye a la unión de estos pueblos tan pequeños y distantes, sin embargo, a mi entender, también ha ocasionado que con la multitud se haya perdido el sentimiento familiar de recogimiento y dolor que antes tenía.
Las mujeres más allegadas al difunto no acudían al entierro, y se quedaban en casa donde recibían el pésame. El luto de entonces era muy riguroso. Las mujeres vestían totalmente de negro y los hombres corbata negra y una franja en la manga de la chaqueta.
















Las chicas jóvenes, a las que se hubiese muerto uno de sus padres, no pisaban el baile en más de un año y las bodas no se celebraban hasta pasados dos años.
El anuncio de la defunción, sin la ayuda del teléfono y los coches, tenía que hacerse por mandado personal. Para asistir a la ceremonia había que recorrer a pie o en caballería la distancia que a veces sobrepasaba los veinte kilómetros.
El finado salía siempre de su domicilio llevado a hombros por familiares y amigos hasta el cementerio, donde se le daba sepultura en una hoya previamente cavada.
Para que los familiares más directos no tuvieran que hacerla, siempre había vecinos o amigos de la familia que se encargaban de hacer esta ingrata labor. Una vez que la caja se colocaba en la hoya también se encargaban de cubrirla con tierra, procurando hacer con ella un pequeño montículo para que cuando mermara no bajara del nivel general del cementerio.
La costumbre de los panteones apenas existía y su generalización se ha puesto en boga a partir de los años setenta.
El velatorio actual en los tanatorios tiene mucho de reunión social y comodidad para la familia, pero acabó con la tradición de velar el cadáver durante toda la noche. Normalmente había vecinos que lo hacían a primera hora hasta las doce y otros madrugadores que cogían el relevo hasta que amanecía.
Nunca faltaba alguna vecina que se especializaba en tener un repertorio de advocaciones para encomendar el alma del difunto.
Había en Terradillos una mujer pariente nuestra llamada Bernardina que era verdaderamente una institución en este contorno de pueblos donde iba a rezar. Tenía tan amplio repertorio de jaculatorias que podía pasar una noche entera sin repetir ninguna.

Para que sus rezos no resultaran pesados, con mucha psicología, invitaba a los presentes a mantener una charla de los acontecimientos diarios. Entre estas pausas era costumbre repartir un vaso de vino a los presentes, labor que por desgracia, me tocó hacer en muchos velatorios. Los funerales se celebraban con toda solemnidad. Antes de la misase entonaban en el coro los Maitines en gregoriano con sus lecciones. Seguía la misa de Réquiem y al Ofertorio se acercaba una mesa con seis obladas de pan alumbradas por un cerillo y en el medio una jarra de vino que eran bendecidas por el celebrante.
Este ofrecimiento lo hice muchas veces ya que mis familiares mayores tenían defectos auditivos y no oían al celebrante.

En años anteriores a los cincuenta las familias más acomodadas tenían la costumbre de dar la llamada caridad en los entierros. Esta consistía en repartir a los asistentes al entierro picachos de pan,queso y vino con largueza (El picacho era la cuarta parte de un pan de medio kilo). Aprovechaban esta circunstancia todos los pobres que pedían limosna en toda la comarca, que estaban muy atentos a estas celebraciones.
Según contaba mi madre en años más atrás, en las caridades también se servían raciones de un cocido de legumbres y tocino.
Para los familiares que venían al entierro, algunos de muy lejos, la familia del finado les servía una comida o merienda reconfortante para que regresaran a sus casas.
En aquellos tiempos que no había Seguridad Social, la iniciativa solidaria de los pudientes quería remediar algo la extrema necesidad en que vivía mucha gente.

Aseverando esto os puedo contar que en la iglesia de San Nicolás hubo una caja mortuoria que servía para llevar los cadáveres al cementerio de todos los más pobres que no tenían para comprarla.También servía en caso de fallecimiento de algún mendicante que, por desgracia, abundaban.














Tal vez a los jóvenes les parezca muy exagerado, pero deben entender que entonces no había jubilación ni sanidad para todos, la mayoría trabajaban hasta el día de su muerte para lograr, a duras penas, subsistir.
No era ciertamente muy agradable ver enterrar a una pobre viuda en la santa tierra, sin el abrigo de una caja, espectáculo que no recomiendo a nadie.
Estos privilegios de que disfrutamos hoy, debemos procurar no abusar de ellos y sentirnos orgullosos de tenerlos.

El Sr Obama,presidente de la nación más poderosa de la tierra, está luchando por conseguir nuestra sanidad universal, frente a los grandes intereses de las compañías aseguradoras, que dejan sin protección a un cuarto de su población.

En contraste con esto último debemos aplicar el sabio refrán que dice:"De lo que no cuesta se llena la cesta” referido a la opinión cada vez más generalizada que comparto para cortar el derroche de medicamentos, que actualmente convierten nuestras casas en botiquines. Acaso esta tendencia se podría enmendar algo, pagando el usuario aunque sólo fuera el uno por ciento de su importe

VENDEDORES AMBULANTES



Grandes han sido siempre los servicios de estos esforzados comerciantes abasteciendo de todo lo necesario a los que vivimos en multitud de pueblos pequeños, esparcidos por esta comarca. Conocí en mi niñez a los que durante muchos años subieron de Escobar a San Nicolás: dos tenderos llamados Hipólito y Emilio, que con sus mulas bien pertrechadas, aguantaban las inclemencias del tiempo y el fatal camino.















Quedaba maravillado de la maña que se daban para transportar, en apartados adecuados, el sin numero de artículos que traían a vender.
El aceite lo traían en dos zafras de igual peso metidas en unas fuertes alforjas. Por un agujero sacaban un grifo conectado a las zafras y con toda comodidad hacían la medición correspondiente.

En otras alforjas y apartamentos, acondicionadas al artículo que transportaban, metían los más variados productos que uno pudiera imaginar, todo ello tapado con una gruesa manta para que el agua o el calor del sol no afectara a las mercancías.




Los caminos de herradura que existían entonces la mayor parte del año eran intransitables. Las aguas de la lluvia circulaban libremente por ellos, convirtiéndoles en auténticos arroyos, por donde sólo sepodía ir a pie o encima de una caballería. La única ventaja que tenía este medio de locomoción es que se podía cortar a derecho por cualquier lindera, ribazo o cárcava pues con una pequeña anchura transitable era suficiente. Esto daba origen a senderos muy transitados de varios kilómetros,que tomaban el nombre del lugar donde terminaban.



Era célebre el sendero de Sahagún a Villelga, de unos doce kilómetros. El de San Nicolás a Villemar de seis kilómetros y el de Moratinos a Lagartos de unos cinco kilómetros. Además de estos, conocí a otros más cortos con nombres de atajos o veredas todos con la misión de acortar distancias.


Este lento movimiento de la gente fomentaba el trato entre los parientes, pues entrar a echar un trago era casi obligatorio y sin prisas comentar sus vidas. Ya en los años cincuenta y sesenta se fueron arreglando los caminos.
El impulso mayor lo dio la concentración parcelaria que desarrolló una amplia red de caminos muy útiles, tanto para que todas las fincas tuviesen su servicio, como para el tránsito en general. Con esta mejoría los vendedores ambulantes pasaron a usar el carro de varas tirado por una caballería y confortablemente equipado con toldo, viseras y lonas protectoras. Todo ello hizo que su trabajo fuese mucho más cómodo.
Recuerdo a un buen tendero de Sahagún llamado Domingo que estuvo vendiendo por estos pueblos muchos años. ¡Con que técnica llenaba las medidas de aceite, casi más arriba de su borde, manipulando el cuello bien curtido de la piel de una cabra donde lo traía!
Para que no manchara las demás mercancías traía este pellejo en la parte traseradel carro.
No sé si por los muchos años de oficio o por su carácter abierto, el caso es que cuando Domingo llegaba a un pueblo revolucionaba a sus vecinas citándolas por sus nombres con tal gracia y desparpajo, que muy pocas se resistían a salir a la puerta y no comprar algo.
Esta manera de vender, que a primera vista parecía natural, pude comprobar que era una técnica perfectamente estudiada, como lo es el actual y moderno márketing para convencer al cliente.
Como yo labraba en San Nicolás, muchos días nos cruzábamos en la carretera. Un día lo hicimos a la entrada de Moratinos. Domingo venía medio adormilado y acurrucado en un rincón del carro tapado con una manta. Pero cual no sería mi sorpresa cuando le vi despojarse rápidamente de ella y empezar muy decidido su actuación, llamando a voces a la primera vecina que se llamaba Daniela, alertando a las demás con fuertes repiqueteos de los llamadores metálicos antiguos, que le servían de reclamo.






Tiró de su carro muchos años una yegua de color rojo bien cuidada y aparentemente muy mansa. Pero un buen día, bajando una pendiente se desbocó y en su loca carrera fue vaciando el carro de su contenido.Aquí caía una caja de galletas, más allá un saco de azúcar, después el pellejo del aceite y así hasta que se la pudo sujetar y reponer en parte semejante estropicio.







Al retirarse Domingo tomó el relevo otro tendero de Escobar llamado Leonardo. Este por su comportamiento honrado se ganó en poco tiempo una buena clientela.
Actualmente recorren estos pueblos vendedores de todo lo necesario en modernos furgones con departamentos adecuados a cada mercancía. Debido a la movilidad de sus vehículos pueden abarcar zonas muy extensas.


A todos ellos dedico esta reseña, para que las nuevas generaciones puedan apreciar su meritoria labor

sábado, 17 de octubre de 2009

JORNADA DE ENCUENTRO DE CULTURA RURAL EN BÁRCENA DE CAMPOS . 10 DE OCTUBRE DE 2009




Bárcena es un pueblo de cincuenta y seis habitantes situado en lamargen izquierdo del río Valdavia.




Dista de su capital Palencia 59 kilómetros. Tiene un alojamiento de turismo y una casa rural. Visto desde la carretera se aprecia que su vega del río es bastante más ancha que en su cabecera. Sobre sus casas destaca la airosa torre de su iglesia.












En su amplia y soleada plaza se instaló una exposición de artesanos que concurrieron de su amplia zona.

Cara al público, un artesano tejía artísticos escriños, marcos de fotos, cestas y demás objetos, valiéndose de materiales tan rústicos como paja de centeno y mimbre partida por el medio, convenientemente trabajada. Con la ayuda de un pequeño punzón iba entrelazando la paja con la mimbre y para que el rollo de paja tuviera el mismo grueso lo medía con un pequeño anillo, que siempre debe estar lleno de paja ligeramente humedecida.




También había una exposición de primorosos encajes de bolillos que atrajo la atención femenina principalmente viendo la complicada labor de las que lo ejecutaban. Con maderas nobles como el roble, encina, cerezo y otras, un artista tallador exponía sus obras muy bien logradas. Tenía un busto tallado en roble que decía ser la figura de su hermano, pero que podría ser la suya propia por el gran parecido. Con una fina escultura de D. Quijote y Sancho demostraba su técnica depurada, pues la lanza y las patas de los animales siendo tan delgadas, estaban perfectamente logradas. También nos gustó mucho una cabeza de galgo primorosamente labrada en un trozo de madera de cerezo que conserva el color rojo de su fruta y semejaba estar realizado en una piedra del mismo color. Sería muy prolijo enumerar a todos los artesanos que con supresencia contribuyeron al buen tono de esta exposición.






Sobre las doce horas la señora alcaldesa del municipio Dña. Maria Encarnación dio la bienvenida a los asistentes y presentó a los conferenciantes que intervinieron.






En primer lugar tomó la palabra un experto micólogo, que dijo haber estado varios años estudiando las diferentes especies de setas que se dan en estos montes.
Recalcó especialmente la manera de recoger y cuidar al níscalo, que es la especie más abundante en esta zona.
Consideraba que con una explotación racional podría convertirse en una fuente de ingresos considerables. Resaltó a continuación otras especies de setas como el boletus que se da en los pinares antiguos y aunque es menos abundante que el níscalo por su gran calidad se paga a un mejor precio. En el apartado final de ruegos y preguntas el tema de las setas fue el más animado por la multitud de litigios que provoca, al no estar reglamentado su disfrute. La propiedad que quieren ejercer sobre sus montes las Juntas Vecinales choca con la opinión de los que vienen de fuera, por lo que la Administración pública quiere amortiguar reglamentando alguna disposición que lo solucione.

Luego le tocó el turno a una veterinaria que era propietaria de una explotación extensiva de ganado lanar. Junto a su marido fijaron su residencia permanente en un pequeño pueblo enclavado en plena montaña, donde viven felices entregados a los quehaceres diarios de su explotación. Comentaba con mucha razón, que los pastos, rastrojeras y demás montes se estaban desaprovechando lastimosamente por falta de una ganadería extensiva que falta en la mayoría de los pueblos.


Después una experta en lombricultura nos contó lo útiles que son estas lombrices para el aprovechamiento de los residuos orgánicos. Estos bichos al ser hermafroditas, se multiplican rápidamente. A las cinco semanas de nacer, con el simple contacto de sus cuerpos,producen todos unas bolsas de donde salen sus crías. Explotados en cierta cantidad pueden convertir lo que se tira a la basura en un compós de mucho poder fertilizante.













Nuestra presidenta de Escuelas Campesinas Dña Teresa cerró el turno de conferenciantes tratando de la oportunidad que tenemos los mayores de conservar nuestras señas de identidad. Para lograrlo es preciso recordar algunos dichos tradicionales aclarando su uso antiguo y intercambiar los recuerdos que guardamos en nuestras casas como patrimonio muy preciado.


Si todos los conferenciantes fueron amenos y claros en sus charlas, la parte técnica resultó algo deficiente. En mi modesta opinión, se debe ensayar previamente el funcionamiento de los proyectores para que sus imágenes apoyen a la palabra. Otro defecto que observé, no sólo en esta ocasión sino en muchas reuniones a las que he asistido, es la falta de potencia y mal funcionamiento de los micrófonos y altavoces. Se debe tener en cuenta que la mayoría de los que asistimos somos personas mayores con el oído muy duro y si no se cuidan estos detalles no nos enteramos de nada.


Hacia las tres de la tarde en unos mostradores convenientemente preparados en el atrio de la iglesia nos sirvieron una extensa gama de platos preparados cada uno por los vecinos de los pueblos más cercanos. Comenzamos con unas sopas hervidas al estilo castellano muy ricas.Según manifestación del encargado de cocinarlas, le había fallado el remate final debido al pan moderno que había usado, muy inferior al que antes se amasaba en las casas por estar bregado y más metido en harina.


Como segundo plato nos sirvieron un buen potaje de titos acompañados de buena carne y chorizo, realmente bien preparado y abundante. Quisiera aclarar que el nombre de esta leguminosa, cuyo nombre científico es de almorta, tiene muchos nombres regionales como lo demuestra que en la misma zona de Campos se les da el nombre de muelas y también titos. Seguimos con chorizo cocido muy buenos. La clásica tortilla de patata que nos sirvieron estaba muy gustosa y bien lograda, teniendo en cuenta la calidad proverbial de la patata que se cultiva en esta zona de la Valdavia.


De postre además de buñuelos y rosquillas fritas, nos llamó la atención lo bien formadas y sazonadas que estaban las flores, dulce poco usado actualmente. Se comentaba que esto se debía a estar hechas con moldes de hierro, forjadas por la mano experta de los herreros que nunca faltaban en cada pueblo. Los moldes modernos que se venden actualmente están hechos con otros materiales que sueltan muy mal la pasta en la sartén hirviente. No podía faltar al final un chupito de aguardiente, muy bien macerado en manzanas silvestres, cuyo aroma y sabor son extraordinarios.


Muy interesantes estas reuniones en todos sus aspectos, donde se contrastan costumbres tradicionales y se recuerdan sabores de nuestra juventud.

lunes, 12 de octubre de 2009

EL TREN DE VÍA ESTRECHA Y OTRAS PERIPECIAS




Una mañana muy lluviosa acompañé a mi padre a coger el tren en Sahagún y bajamos en la estación de Palanquinos. De esta estación salía un tren de vía estrecha que pasando por Valencia de D. Juan seguía hasta empalmar en Palencia con los demás ramales que este ferrocarril tenía en la tierra de campos.


Fue construido hace ochenta años y el recorrido total es de ciento cuarenta kilómetros sumando sus cuatro líneas que son:Valladolid-Rioseco, Rioseco-Villada, Palencia-Villalón yVillalón-Palanquinos. La diferencia de la línea Renfe comparada con la estrecha era bien notoria. Nada más montar en sus coches tuvimos que buscar alguno que tuviera algún asiento seco, pues la lluvia de la noche había calado la débil cobertura de sus techos. Con este panorama llegamos a Valencia de D Juan donde su pequeña estación apenas nos dio espacio para guarecernos de la pertinaz lluvia. En estas líneas los jefes de estación vivían en el piso superior de las llamadas casillas construidas frente a la población enque paraba el tren.
Las máquinas de vapor eran de poca potencia y su salida al exterior no produce el golpe seco de las de la RENFE sino uno más débil parecido a cuando el chocolate se sale de la chocolatera, nombre que familiarmente se daba a estas pequeñas maquinas. Con la vía en mal estado se daban con frecuenciadescarrilamientos, que eran arreglados rápidamente por los mismos viajeros. Con la ayuda de un gato, que llevaba siempre el maquinista,se levantaba el descarrilado y empujando todos “a la de tres”se reponía en el carril. En un ambiente casi familiar las mujeres salían a recoger agua caliente de la máquina recibiendo el maquinista una pequeña propina. Esta red de vía estrecha tuvo unos años de buena actividad,trasportando a pasajeros y mercancías con relativa eficacia, hasta que llegó el auge del transporte por carretera, al que no pudo hacer la competencia. Hace unos años la compañía levantó los raíles y vendió para quemar las traviesas de recio roble que habían resistido las inclemencias del tiempo durante muchos años. Quedaron algunos tramos que quieren usar como novedad publicitaria, aprovechando los raíles para montar el llamado ciclo-rail. Este artilugio consiste en dos bicicletas unidas en su base y que con poco esfuerzo se puede recorrer sitios para disfrutar de la naturaleza.










No hay duda que siempre tendrá el ferrocarril sobre los demás medios de transporte terrestre, debido a su menor contacto con el suelo, se aprovecha en el ciclo rail donde el esfuerzo para llevar a una persona en bici normal puede llevar cómodamente a dos.
Pero volvamos a Valencia de D Juan donde cogimos un taxi que nos llevo a Villamañán, pueblo que desde muy antiguo tuvo el mejor mercado de ovino de todo este contorno.

En los días de mercado este pueblo, no muy grande, se convierte en recinto ferial, pues no hay calle ni plaza que no se llenara de ovejas. Iban con nosotros ganaderos de Escobar, Arenillas, San Pedro de las Dueñas y varios de Sahagún. Cada uno nos dedicamos a tantear el ganado que nos pareciera más acto a nuestras necesidades. Al haber tanta cantidad de ovejas era bastante cómodo escoger en primer lugar su cría, pues casi todas las ventas que aquí se hacían era oveja junto con su cordero en edad de destete, por lo que se llamaba emparejada. El mirar a las madres, principalmente las ubres y la dentadura,llevaba su tiempo, pero había que abreviar pues queríamos salir para casa poco antes de la puesta del sol. Asi lo hicimos todos y a la hora convenida salimos en dirección Valencia con un buen atajo, pues sumadas las partidas de todos podríamos aproximarnos a las seiscientas cabezas.
Hasta Valencia y varios kilómetros más en nuestra dirección no hubo problemas, porque estaban bien marcadas las cañadas de paso. La dificultad empezó cuando estas se acabaron y tuvimos que entrar en simples caminos, tan estrechos que no había ser humano que metiera a tantas cabezas. Los que ya habían hecho el camino empezaron a dudar de la ruta y terminamos perdidos a media noche atravesando los sembrados y orientados sólo por las estrellas. Ante esta emergencia se tomó la decisión entre todos seguir adelante, pues el retroceso sería castigado por los guardas del campo. Para colmo un buen perro de carea, que traía un ganadero de Sahagún, se negó a seguir sus ordenes cansado por el tremendo esfuerzo que había derrochado hasta allí, controlando muy bien al rebaño. Así que no hubo más remedio que coger la vara y seguir avanzando por los sembrados. La voracidad propia de la oveja no desperdiciaba tirar sus buenos bocados, que provocaban la lentitud en la marcha. Todos los rumiantes, aprovechándose de los estómagos que tienen,pacen con una voracidad inigualable y no se ven hartas hasta que llenan bien su panza y se echan tranquilamente para rumiar. Al amanecer los conductores empezaron a conocer los caminos cercanos por los que llegamos a Sahagún, donde apartamos cada uno nuestras compras y llegamos a casa muertos de cansancio por la noche infernal que habíamos padecido.