jueves, 7 de enero de 2010

EL MEJOR AISLANTE

Al que no haya visto la acción destructora ejercida por el rayo en un árbol, le aconsejo que, si encuentra alguno de estos paseando por el campo, se acerque a él con ánimo de informarse. Apreciará enseguida que la descarga eléctrica tuvo el primer contacto con la rama más alta, luego hace un recorrido caprichoso de arriba a bajo por todo el árbol despojándole de su corteza y muchas veces convirtiéndole en astillas quemadas. Mas cuando sigues el último destrozo de la madera, ya en contacto con el suelo, observas que en este no se aprecia el menor indicio de que la tierra este chamuscada o que haya cambiado de color, sino que simplemente cuando la corriente del rayo llega a la tierra pierde su tremenda fuerza destructora.
Esto demuestra que el mejor aislante es la tierra, tanto de electricidad como de temperaturas extremas, usándola en aislamientos de materiales nocivos, materiales de construcción y otros muchos.
Pero si a nivel doméstico la tierra tiene tantas aplicaciones como aislante, ¿qué no tendrá a escala del globo terráqueo?


Consideremos que la corteza terrestre tiene unos sesenta kilómetros de espesor y de ella está formado el gigantesco vaso que contiene la inmensidad de los mares. Aunque bajáramos a casi once kilómetros, que es el punto más profundo que tiene el mar en la sima de Las Marianas, todavía nos quedarían cuarenta y siete kilómetros de tierra en profundidad aguantando las tremendas presiones y cambios extremos de temperatura.
En este caso la tierra también actúa de gigantesco aislante entre las elevadísimas temperaturas que existen en el centro de la tierra, de lo que son prueba irrefutable las erupciones volcánicas, y el intenso frío de los casquetes polares por sus glaciales perpetuos.
Gracias a esta acción reguladora el hielo de los polos no se deshace, ni el agua de los mares se calienta al extremo que se evaporara por efecto del calor interno, con lo que la vida en la Tierra sería imposible.
Modernamente ha surgido la discusión del calentamiento de los polos por el agujero de la capa de ozono en la atmósfera que nada tiene que ver con lo que estamos tratando.
A la tierra van a parar los cables de los pararrayos y en ella se diluye la tremenda carga eléctrica del rayo. En la tierra terminan las tomas de las torres de alta tensión capaces de transportar miles de kilovatios. A la tierra van también a parar las tomas de seguridad que se obligan a poner en todas las instalaciones eléctricas, pues no se ha inventado mejor sistema para defenderlas de muchos factores imprevistos. Con tierra se cubren los inmensos basureros que generamos con nuestra sociedad de consumo. Es tan grande su poder regenerativo y anticontaminante que la sabia naturaleza es capaz de convertir una masa de inmundicias en el más hermoso jardín, donde las plantas, ayudadas por el abundante abono orgánico, crecen sanas y vigorosas.

De tierra se hacen los ladrillos refractarios que defienden a los altos hornos de las enormes temperaturas que tienen que soportar para fundir toda clase de metales.





Con tierra se hacen los adobes y tapiales empleados en la construcción rústica, que por su inmejorable condición aislante aún siguen usándose en muchas zonas de clima cálido.

















Bendita tierra que,además de producir la mayoría de los alimentos que consumimos, cuando morimos nos acoge en su seno para convertirnos en lo que realmente somos, un puñado de tierra
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