lunes, 22 de noviembre de 2010

RECUERDOS MUNICIPALES:SEGUNDA PARTE

Viviendo ya en Moratinos se celebraron las primeras elecciones democráticas, que constituyeron un acontecimiento por la novedad no exenta de misterio y algo de temor.












Este tenía su fundamento en que las últimas elecciones, ganadas por el Frente Popular, fueron el inicio de grandes desórdenes que culminaron en el alzamiento nacional.
Aunque el paso de los años mitigara el recuerdo, todavía prevalecía el ambiente tenso de la postguerra.
Al no estar demasiado lejos, llegaban hasta aquí los estampidos de las bombas que se usaron para la toma del frente norte. Contribuía a fomentar este ambiente el paso de camiones cargados con bombas por esta carretera, destinados al campo de aviación que se instaló cerca de Saldaña.
Por un descuido en la manipulación de las espoletas se produjo una explosión tan enorme, que no quedó ni rastro del camión que las transportaba, quedando en el suelo un cráter de considerable hondura.
Las detenciones que de tarde en tarde se producían y algún fusilamiento cercano tampoco contribuyeron a mejorar el ambiente tenso que se respiraba en todos los ámbitos.
En aquellas primeras votaciones se elegían a tres concejales que a su vez votaban al alcalde con lo que eran cuatro los componentes de la corporación. Todos tenían voto y en caso de empate decidía el voto de calidad del alcalde.
Fui votado concejal por el tercio familiar y con mis compañeros fuimos aprendiendo nuestro cometido, según las directrices que nos mandaban desde el gobierno.
Era tal la penuria de este, que cargaba los gastos de las elecciones a los ayuntamientos, como facilitar a los miembros de la mesa la comida del mediodía para que no se interrumpiera la votación. Como los ayuntamientos tampoco andaban muy sobrados de recursos alguna vez había que echar una mano.
Cuando a fin de año el secretario tenía que hacer los presupuestos le llevaba varios días. Para que no tuviera que desplazarse a su pueblo al mediodía los que vivíamos aquí le llevábamos un poco de vino de la cosecha y “descolgábamos” algún queso o chorizo, con lo que hacíamos una fugaz comida a nuestra cuenta. Más hete aquí que cuando volvíamos a casa con los restos, los vecinos nos decían que si también hoy habíamos tenido comilona.
Esta es la opinión de los que no estuvieron en estos cargos y piensan que todo es oro lo que reluce, pudiendo usar a capricho los fondos públicos.
Para demostrar lo contrario y que muchas veces se tenía que ayudar con el aval personal, detallaré el siguiente caso:

Cuando nos pusieron el teléfono, aunque no fue más que la instalación de una sola central para todo el pueblo,sentimos todos una gran satisfacción por disfrutar de este singular medio de comunicación, en especial los que teníamos los hijos fuera y podíamos comunicarnos mejor con ellos.






















Pasaron unos meses y recibimos en el ayuntamiento un apremio urgente para pagar la parte que le correspondía a este por los gastos de montaje de la línea y que ascendía, en aquellos tiempos, a la respetable cantidad de ochocientas mil pesetas.
En aquella ocasión el ayuntamiento no tenía remanente para hacer el pago. Bajo la amenaza de que nos cortaban la línea, tres miembros de la corporación de Moratinos tuvimos que ir a un banco de Sahagún y con nuestra garantía personal nos hizo un préstamo con lo que salimos del apuro.
En mis largos años de concejal alguna vez más tuve que avalar pequeños retrasos, por lo que me siento satisfecho de haber contribuido al bien común.
Quisiera contar el apoyo que todos los vecinos de Moratinos realizamos para el arreglo de nuestras calles.
Mi llegada a Moratinos coincidió con unos inviernos muy lluviosos que excitaron el brote de los manantiales, pues según parece han existido siempre en esta única calle que tiene el pueblo.
Según las crónicas del año 955 de la abadía de Sahagún, Moratinos fue fundado en terrenos pantanosos, cerca del arroyo llamado Ontanón, con otros detalles que ya expuse al comienzo de este blog.
A tal extremo llegó la abundancia de tollos y hojarones que se hizo imposible transitar por ella por lo que los vendedores ambulantes dejaron de venir. Tan solo el panadero, en un alarde de servicio, que todos agradecimos siguió viniendo. Dejaba el carro a la entrada y cargaba al hombro un saco de panes que iba repartiendo casa por casa. Si estos servidores no podían entrar lógicamente nosotros tampoco podíamos salir, no siendo a lomos de una caballería.
Cuantas veces en las crudas noches de invierno, si queríamos ir un rato a jugar a las cartas en casa del vecino, teníamos que valernos de tablones y linternas si queríamos cruzar la calle. Las albarcas eran un complemento imprescindible















Ante esta situación el Sr alcalde bajaba a Palencia donde le daban pequeñas ayudas, que intentábamos aprovechar lo mejor posible. Se concertó con el jefe de estación y capataz de obras de Sahagún para que nos dejasen traer la carbonilla que las locomotoras dejaban en las tomas de agua al purgar sus calderas.













Allá íbamos con nuestras parejas de mulas a cargar los carros con la negra carbonilla, que procurábamos descargar sólo a un lado de la calle para hacer un carril de emergencia,muy útil y práctico para transitar por el barro que era nuestro acompañante durante los largos inviernos que aquí padecíamos.
Pasaron los años y cuando ya casi todos teníamos tractor, tuvimos que ampliar el firme, pues este vehículo requiere uno más amplio y estable para su tránsito. Como entonces todo tendía a progresar, en la renfe llevaron a cabo una renovación de las vías y el balastro que quitaban para reponerlo con piedra nueva les estorbaba.
Siempre con alguna propina nos lo dejaban traer con los remolques y logramos afirmar definitivamente las calles hasta que llegó la época del cemento.
Antes de esta, los de Extensión Agraria de Villada nos aconsejaron que debíamos poner antes la red de acantarillado y agua corriente en todo el pueblo.
















Con mucha ilusión y una subvención de cuatrocientas mil pesetas, que concedieron a la Junta Vecinal, empezamos la obra con la prestación personal de todos los vecinos y la dirección de Extensión Agraria.
Con la subvención tuvimos para pagar la máquina que abrió las zanjas y comprar los tubos, gomas y demás material necesario. Toda la mano de obra corrió a nuestro cargo y aunque no lo habíamos hecho nunca con buena voluntad y alguna inevitable pequeña bronca, cada uno aportamos lo que mejor podíamos hacer, encontrándonos con verdaderos manitas que pusieron la red de agua corriente tan bien que apenas hubo fugas.
Muchos pueblos que no pusieron la prestación personal y lo dieron a un contratista que gastó la subvención en realizar la mitad de la obra, teniendo los vecinos que contribuir con una fuerte aportación económica si quisieron rematarla.
Con este mismo sistema antes aludido, comenzamos a dar de cemento todas las calles en dos etapas, pues los gastos del hormigón suponían bastante dinero. No obstante cuando vino a ver las obras el presidente de la Diputación nos felicitó y no se explicaba como con tan poco dinero habíamos dado tantos metros cuadrados de hormigón. Actualmente esta buena costumbre de la prestación personal se ha perdido, no sé si por que nos vamos haciendo más viejos y cómodos o porque el Estado pone a nuestra disposición más medios económicos.
Quisiera comentar ahora el principal problema que tienen los pueblos de esta zona de Campos y en general los de todo el centro peninsular, que es la tan traída y llevada despoblación.
Todos los partidos políticos marean la perdiz con este problema, pero ninguno intenta corregirlo con el único medio que está probado que ha dado buenos resultados.
Según nos cuenta la historia en toda época pasada cuando los reyes y gobernantes veían que una zona se iba quedando despoblada, acudían a zonas densamente pobladas y trasladaban a ellas familias jóvenes a las que facilitaban casas donde vivir, enseñanza para sus hijos y facilidades para emprender una nueva vida acorde con sus actitudes.
Actualmente el Estado con poca visión de futuro no sé si debido a no perder unos pocos votos, concede ayudas para cualquier petición que se le haga sin tener en cuenta la proyección de futuro que puedan tener.
Se da la paradoja que hacen parques infantiles donde no hay niños, complejos deportivos donde la población pasa de sesenta años y otras muchas extravagancias donde se gasta el dinero sin provecho alguno.
Quizá se puedan salvar de esta hecatombe los pueblos por los que pasa el Camino de Santiago, como San Nicolás con sus dos establecimientos ya en marcha y otros dos que se están construyendo en Moratinos. Quizá estos puedan subsistir con el paso de peregrinos, dando ocupación a un mínimo de la población, pero que no podrá remediar la despoblación galopante que parece ser no importa a nadie poner los medios para corregirla.
No he querido poner nombres y apellidos a todos los que he relatado en estas memorias por no herir susceptibilidades y poder expresarme con más libertad.



Al finalizar estos recuerdos estimo que todos los que pasen por algún cargo en estos pequeños municipios, sólo por la pérdida de su tiempo, merecen nuestro respeto y a casi todos los compañeros de mi promoción, que ya no están con nosotros, les dedico estas líneas como un pequeño homenaje a su memoria.

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