viernes, 28 de enero de 2011

LA FERIA DE SAN MARTÍN, EN MANSILLA




















Se celebraba el día once de Noviembre. A pesar de no ser muy grande este pueblo, ese día todas sus calles y plazas se convertían en un inmenso ferial.
El ganado vacuno se ponía en una gran plaza encantada con canto rodado, que si había mucha afluencia se extendía a las calles cercanas. El caballar lo situaban en una gran pradera junto a las antiguas murallas, que aún existen y están muy cerca del pueblo.















El precio que regía ese día en el ganado de cerda servía de cotización a escala nacional, siendo muy concurrida por esta causa, llenando las restantes calles del pueblo de hermosos y bien criados ejemplares dispuestos para empezar la temporada de matanzas, cuya fecha tradicional es San Martín.
A esta feria acudí muchos años para vender la cría de una yegua que tuvimos y que para nuestro uso resultaban algo pequeñas sus crías.













Una de las primeras noches estuve en una gran posada, establecimiento muy común en esta zona, cuya fachada principal daba al ferial del vacuno. Una vez que arreglábamos el ganado en las grandes cuadras que tenía, pasábamos a un gran salón que hacía de cocina, comedor y dormitorio. En una cabecera tenían la cocina dedicada a preparar, entre otros platos, abundantes sopas de ajo, que constituía la cena de casi todos los feriantes.

















Tengo que deciros que el importe de este plato iba incluido en los gastos generales de estancia en la posada por lo que antes de hacer las raciones te preguntaban si deseabas tomarlas.
Viendo en esa cocina a una vieja migando sopas en una gran perola me viene a la memoria aquel cuento que viene muy al caso.
Cuentan que dos amigos muy escrupulosos en ocasión semejante viendo migar las sopas a una vieja con la moquita en la punta de la nariz, fueron preguntados por la cocinera si deseaban tomar sopas. Ellos con precaución, contestaron: "Según caiga" y como la moquita cayó en las migas, ya no quisieron sopas.
A medianoche, con el estómago desquiciado por el hambre, no podían dormir y uno le dijo al otro:- Levántate a ver si encuentras algo de comer._
Después de revisar en muchos sitios, sólo encontró en un armario un trozo de tocino. Consultó con su amigo si quería el tocino y este le respondió – Estupendo, cógelo pues el tocino no admite maleza.- y con buen apetito se lo comieron.
A la mañana siguiente, oyeron a la vieja mandar a su nieta que la trajese el tocino que guardaba en el armario, y como la nieta no lo encontraba dijo resignada:- Ya es mala suerte que no aparezca el único tocino que tenía para untarme las almorranas – Podéis figuraros los ascos que harían los dos amigos.
Este escenario que describe el cuento, es el mismo que yo viví aquella noche. Como yo soy muy sopero y me encantan cualquier clase de sopas, cuando la encargada de cocina me preguntó si quería sopas acepté la invitación, como la mayoría, que sentados en unos bancos rústicos y sobre largas mesas, entonábamos el cuerpo con algo caliente después del ajetreo del día.
Para dormir cada uno buscaba su acomodo en el suelo, bancos o en el pajar para descabezar un escaso sueño reparador. Sobre las dos de la mañana se escuchan voces destempladas en la planta superior que nos pusieron a todos en guardia.
Los ayudantes y compañeros de un tratante muy importante acudían a la planta superior para impedir la entrada de unos ladrones que intentaban entrar por el balcón, en busca de una buena cantidad de dinero que el tratante llevaba encima para pagar las compras que de mañana pensaba realizar.
Con estos follones, que parecen novelas de aventuras, me propuse en lo posible no volver a pernoctar en estas grandes posadas en las que la masificación no propicia más que líos de los que nunca fui partidario.
Siguiendo el ejemplo de muchos conocidos, la noche siguiente marché a Reliegos que dista de Mansilla unos largos seis kilómetros, por lo que es proverbial el dicho:-


"Las leguas tontas de Castilla, de Reliegos a Mansilla."
Tuve la suerte de encontrar la casa de un matrimonio de mayores sin hijos que exclusivamente me dieron posada. Tenían una pequeña cuadra lo justo para guardar mi yegua y su cría. La casa, muy antigua, tenía en la planta superior un pequeño dormitorio tan bajo de techo como alto de cama. Esta era de hierro con bolinches dorados, bien equipada con un jergón repleto de paja de maíz y un grueso colchón bien mullido con lana de oveja, sobre el que se dormía sin quererlo.












Comparando estas comodidades con las calamidades que me tocó pasar en las grandes posadas era como pasar de la noche al día, por lo que determiné no desperdiciar la ocasión y con el beneplácito de sus dueños, en adelante se la alquilaba por los días que necesitara e incluso de un año para otro.
Con esta seguridad de posada los últimos cinco o seis años que acudí a la feria de Mansilla salía de casa tan pertrechado como si fuera a pasar el desierto del Sahara.
En una corta “talega” ponía la cebada para alimentar a la yegua en dos o tres días, que ataba a la silla a estilo Oeste.
Con gran cariño mi madre me guisaba una gran cazuela de conejo y como todo la parecía poco lo acompañaba con un buen rachón de jamón, chorizos, pan y una buena bota de vino llenando los dos senos de las alforjas que ponía encima de la silla.
Si como único hermano varón siempre me tocó pechar con los trabajos y obligaciones de la casa, también tuve la compensación de disfrutar del cariño y cuidados de todos, como podéis ver en lo que acabo de contaros.
Siguiendo con la feria de San Martín, la víspera por la tarde salía tranquilamente y llegaba a Reliegos al anochecer. Después de acondicionar la yegua y su cría, salía a dar una vuelta a la cantina para ver los que estaban pernoctando de los conocidos en estos pueblos, que siempre formábamos una colonia bastante numerosa.
Cuando regresaba, mi patrona ya me tenía preparadas las típicas sopas de ajo calentitas que acompañadas de un toque a la cazuela de conejo completaban una buena cena.
Con la tranquilidad que se siente al estar en un pueblo parecido al tuyo, dormía a pierna suelta hasta la mañana.
Era costumbre de los feriantes, mientras las bestias comían un pienso, salir a tomar la “parva”con un buen aguardiente acompañado de pastas o galletas. De lo primero nunca fui partidario y de lo segundo podía igualarme con cualquiera.
Sobre las nueve aparejábamos nuestra montura y al salir del pueblo la dábamos agua en los grandes pilones, humeantes por la diferencia de temperatura.










Causaba admiración y envidia el gran pozo artesiano que tenían, acaso el más abundante que yo he visto, pues arrojaba agua día y noche por cuatro gruesos tubos que abastecían además de los pilones, un buen lavadero en el que se lavaba la ropa con el agua semitemplada debido a la profundidad que debía tener el pozo.
Este gran regalo de la naturaleza me han dicho que no les duró muchos años, pues empezó a fallar el manantial y en poco tiempo quedó seco. Trajeron a un ingeniero especialista por ver si era una avería en la tubería y les dijo que dado el derroche abusivo, la bolsa de agua subterránea se había agotado y que les costaría encontrar otra cerca del pueblo.
Por esta causa en los pozos artesianos recomiendan actualmente poner una llave para cerrar cuando no se necesita, pues el agua es un bien finito y si no se toman medidas podemos tener problemas de abastecimiento.
Por una ancha cañada, las crías se desperezaban por la mañana, correteando a placer con tanto ardor que alguna se despistaba y teníamos que salir a caballo a estilo rodeo para integrarla a la caravana.
Llegados a la feria se intentaban vender las crías lo mejor posible a los tratantes, casi los únicos compradores de este ganado lechal, que llevaban a recriar a grandes fincas.
Buscando únicamente su comodidad no se hacían cargo de la compra hasta que no remataban la feria y te hacían aguantar dos o tres días, aunque hubieras vendido el primer día. Como el trasporte más usual era el ferrocarril nos fijaban día y hora para la entrega en la estación de Santas Martas.















Para el embarque en el vagón tenían una técnica muy ensayada con los años. Todos los que entregábamos al mismo dueño nos ponían en rueda con las caballerías, e íbamos pasando por la puerta del vagón en el muelle, donde se apostaban tres o cuatro hombres para sujetar a la cría y meterla dentro. Con la gran querencia que las crías tienen por sus madres, muchas veces fallaban el primer intento, pero como la rueda seguía girando las volvíamos a arrimar y se consumaba la separación.
Triste espectáculo ofrecían los relinchos de las yeguas reclamando a sus crías que las contestaban ya dentro del vagón, y tenías que dar espuela para que esta comunicación se cortara pronto.
Volviendo hacia Reliegos recogía mis cosas y me despedía de los patronos hasta el año que viene.
El recuerdo de esta pareja tan simpática me inspiró este romance


En Reliegos dos mayores
se hicieron mis posaderos
y sin animo de lucro
trato sin igual me dieron.


Nunca pude adivinar
lo que en mi persona vieron
acaso al hijo frustrado
que con mucho amor quisieron.

Sobrios y pacientes eran
y de carácter muy llano
detestaban lo fingido
como buenos castellanos.


Después de pasar el día
con prisas y trapicheos
aquel remanso de paz
aplacaba bien los nervios


Perdonad, si con los años,
a pesar de que lo intento,
no recuerdo vuestros nombres,
pues de verdad que lo siento.


Por el buen trato que tuve.
Por vuestra amistad y afecto.
Agradeciéndolo todo,
bien merecéis mi recuerdo.

domingo, 23 de enero de 2011

TIERRA DE CAMPOS... ¡¡¡ QUIÉN TE HA VISTO...Y QUIÉN TE VE!!!




















Desde tiempos remotos ha existido esta extensa zona, actualmente interprovincial y perteneciente a Castilla, que entonces se llamaba La Vieja. Comprende parte de las provincias de Palencia, Valladolid, Zamora y León.
Dada la fertilidad del terreno y su apropiada ondulación orográfica, fue siempre dedicada al cultivo del trigo del que siempre se obtuvieron abundantes cosechas, incluso antes de la llegada de los fertilizantes.
Esta circunstancia, única en España, la convirtió en zona privilegiada, en la que la riqueza y bienestar de sus habitantes se tradujo en competir para engrandecer mejor sus respectivas poblaciones.
Cada barrio de estas ostentaba su propia iglesia, dotada de un buen órgano, tallas y cuadros de mucho valor artístico, siempre donados por la generosa actitud de los vecinos.
En este ambiente de prosperidad surgieron célebres pintores e importantes escultores, que dejaron en muchos de estos pueblos espléndidas obras que son admiradas por las nuevas generaciones.













También las letras tuvieron sus grandes autores y poetas como Jorge Manrique, que nos dejó, en la difícil rima de pie quebrado, sus inmortales Coplas a la muerte de su padre.
En ellas además de expresar su dolor nos enseña, con sencillas palabras, las más trascendentales verdades de nuestra existencia.
Con el paso de varias generaciones esta bonanza económica también se tradujo en el aspecto físico de sus habitantes, especialmente en la frescura y belleza de sus chicas jóvenes.















Palencia, como centro de esta región, concentraba en sus fiestas patronales de San Antolín un buen número de ellas, que lucían su palmito paseando radiantes por su Calle Mayor.
Esta exhibición era bien comentada incluso por habitantes de Valladolid y León que reconocían su belleza.
Mis muchos años me dieron la ocasión de tratar con amigos y conocidos, que tenían por norma ser en todo momento generosos con sus amigos, galantes con las mujeres y procurando siempre amistad con todo el mundo.
Este comportamiento especial dio pie al renombre que tuvo El Hidalgo Castellano, que quería pasar su vida ni envidioso de lo que pudieran tener los demás, ni envidiado por sus vecinos y amistades, a las que siempre trataba con el máximo respeto y gran generosidad.

Esta manera de ser, acaso debido a la pujanza y bienestar disfrutado en esta zona, ha ido perdiéndose por el pragmatismo e intereses que la vida moderna nos impone a todos.










Durante los años de la guerra civil y la posguerra los precios de los cereales se mantuvieron, dada su escasez, y las dificultades políticas impedían que se pudieran importar de otros países. Pero normalizada la situación la importación de cereales comenzó y la abundancia en el mercado internacional hizo que no pudiéramos competir con sus bajos precios.
Por esta causa la decadencia de esta zona cerealista se agudizó y con su empobrecimiento fomentó que la juventud emigrara a las zonas industriales donde tenían más porvenir.
Al faltar la juventud la tasa de natalidad bajó en picado, por lo que la población se ha envejecido de manera alarmante, ya que el cuarenta por ciento de la población actual pasamos de los sesenta años.
Los pueblos pequeños y, en menor medida los medianos, han perdido la mitad de su población por estar, con alguna pequeña excepción, la mayoría ya jubilados.
Con este panorama muchos pueblos de esta tierra de Campos están abocados a desaparecer y de nada les servirá las mejoras modernas que la administración quiere introducir, no dudo que con la mejor intención, pero con pocos resultados prácticos, como ya he expuesto en otros escritos. Como testigo de nuestro triste final tenemos el espejo de Villacreces, pueblo cercano que lleva ya varios años deshabitado y sufriendo la más denigrante rapiña.
Sobre este tema compuse este poema, dolido por el estado de ánimo resultante de las dos visitas que realicé a este desventurado pueblo.





RECORDANDO A VILLACRECES... CON TRISTEZA

















Un pueblo de Valladolid,
Villacreces se llamaba;
hará ya cincuenta años
que este lugar visitaba.

Para comprar par de mulas
en la prensa anunciadas
por los buenos labradores
que en este pueblo habitaban.

Cinco rebaños de ovejas
sus buenos campos pastaban,
con el celo de sus dueños
mucha producción les daban.

Para completar el ciclo
un buen queso elaboraban
y en el mercado de Sahagún
de mucha fama gozaba.


Mas estos buenos recuerdos
se convirtieron en nada
al ver todas sus viviendas
por el suelo derrumbadas.


Tristeza da ver que muchos
la circunstancia aprovechan
y como aves de rapiña
a su casa todo lo llevan.


Desmontando uno a uno
los ladrillos de la iglesia
se llevan a las ciudades
que su calidad aprecian.


Los fundadores del pueblo
con mucho esfuerzo y unión
bella torre levantaron
envidia de la región.

Sólo queda en pie la torre
como orgullo de este pueblo
y en camposanto olvidado
descansan en paz sus muertos.


En mi primera visita
a este pueblo abandonado
creí que respetarían
al menos su camposanto.

Mas en la segunda, aprecio
que sus tapias han tirado
y los cuatro panteones
hechos añicos quedaron.

Entre restos de sus piedras
tablas de cajas se encuentran
mas los huesos que contuvo
fueron objeto de venta.

Dicen que los elefantes
respetan mucho a sus huesos;
peor que animales somos,
si no respetan los nuestros.

Sus vecinos que con esmero
estas tierras bien cuidaron,
no podrán ser su reposo
pues sus tumbas profanaron.


Honda pena me conmueve
ver que pronto llegue el día
que se conviertan en ruinas
muchos pueblos de Castilla
.







sábado, 8 de enero de 2011

CENTRO DE REUNIÓN DE MORATINOS















En lo que era la antigua escuela, hoy debidamente acondicionado, tenemos un local donde reunirnos y cambiar de impresiones al abrigo de las inclemencias del tiempo.
También disponemos de un ordenador conectado a internet, que nos sirve para comunicarnos y estar al corriente de las noticias que esta gran red mundial difunde. Lo podemos utilizar todos y cada uno de los vecinos del pueblo.
En este local nos dan también cursos de educación de adultos, que imparten monitores de Escuelas Campesinas cuyo centro está en Arenillas de San Pelayo (Palencia).
Los que asistimos a este centro tratamos de romper el malsano individualismo, tan arraigado en estos pueblos pequeños. Este nos impide conseguir muchas mejoras que elevaría nuestro nivel de conocimientos tan útiles en estos tiempos.
Con nuestra aportación individual hemos conseguido que todos los domingos y festivos, a la salida de misa, tengamos un vermut y ocasión de poder jugar a las cartas.
Como hasta ahora no hay ningún bar en el pueblo esto nos evita la molestia de ir a buscarlo en los pueblos vecinos.


















El día 26 de Diciembre celebró su onomástica y cumpleaños nuestro pariente y vecino Esteban, que nos obsequió con café, tarta, champán y demás bebidas. Acompañándole con las canciones de felicitación tradicionales, logramos una velada muy familiar y entrañable, deseándole toda clase de venturas y buena salud para poder celebrarlo muchos más.

Correspondiendo a esta invitación, el día 7 de Enero mi mujer Raquel cumplió 74 años. Con igual ilusión que en el de Esteban celebramos este cumpleaños, deseándola cumpla muchos más en compañía de todos los que asistimos a este sencillo y emotivo acto.






















También tuvimos un recuerdo para Julián, hermano de Esteban
, que por tierras alemanas estará celebrando su cumpleaños junto a su familia. Que la vida te sonría y que, junto a tu familia, puedas celebrar muchos más. Esto es lo que te deseamos todos los que en el pueblo nos reunimos.


Que esta nueva y buena costumbre nos sirva para ir limando poco a poco nuestras diferencias. Sería un día grande para el pueblo cuando nos viéramos juntos todos los vecinos celebrando estos actos.

viernes, 7 de enero de 2011

ENCUENTRO EN ARENILLAS DE SAN PELAYO















El día 15 de Diciembre del 2010 fue puesta en escena por varias componentes de Escuelas Campesinas la divertida comedia “Farsa y justicia del Sr Corregidor” del célebre autor Alejandro Casona.
Sus actoras fueron vecinas de estos pueblos, que bordaron su papel, y nos enseñaron lo importante que es tener la justicia de nuestra parte, aunque no tengamos la razón en lo que reclamamos.















El papel de "Corregidor” fue interpretado por una mujer con muchas tablas, pues ya interpretó muy bien el papel de notario en otra comedia, con una soltura que para sí quisiéramos tener muchos hombres.
El papel de "la secretaria” complementa muy bien la labor de colaboración con el Corregidor, haciéndose la cómplice de los desvaríos de este.













El personaje del "peregrino,” representado por una chica joven, destaca por su duración y una magnifica caracterización. Con su cayado, capa, barba y peluca representaba muy bien a un peregrino entrado en años.
El papel de "la posadera” sirve de unión a los otros personajes que se encuentran en su local.














El serio papel “del cazador” impone temor al presentarse armado con un imponente escopetón antiguo, de los que se cargaban por la boca, muy en consonancia con aquella época.
El personaje “del sastre” llevaba un estupendo atuendo y tuvo ademanes muy buenos del oficio, del que no faltaba ningún detalle, como el acerico para clavar agujas y alfileres.
Muy compungido se lamentaba de la pérdida del hijo que esperaba su mujer, reclamando a la justicia del Corregidor.
“El leñador” hace un corto pero intenso papel, portando un haz de leña de roble.
Pido disculpas a este grupo de entusiastas mujeres por no recordar el nombre de todas. Por su buena actuación hubieran merecido ser nombradas.










Que estas cuatro letras os sirvan de acicate para que sigáis representando cualquier obra, por muy de hombres que sean, pues habéis demostrado sobradamente, que sois capaces de hacer cualquier papel.
Como complemento final se cantaron algunas canciones y otros contaron unos alegres cuentos.
Fuimos obsequiados con un buen chocolate acompañado de pastas y turrón, como anticipo de las fiestas de Navidad y demás celebraciones, que deseo a todos las hayan pasado lo mejor posible.