viernes, 2 de marzo de 2012

RISOTERAPIA INDUCIDA




















El pasado día 24 de Febrero se celebró en Arenillas de San Pelayo un encuentro, con sesiones de mañana y tarde, en el que el grupo formado por Luis y Gonzalo, denominado “ Garrapete” nos entretuvieron todo el día.
Este grupo ya anteriormente había actuado aquí, aunque en plan cómico tradicional. Gustó mucho su actuación pues nos hicieron reír en abundancia, con lo difícil que es lograrlo, en especial a un grupo de personas mayores como el que aquí se reúne.
En esta ocasión parece que han cambiado de táctica usando métodos, que aunque aparentemente parecen sencillos, están basados en fundamentos sicológicos, para que nosotros mismos, perdiendo el miedo a hacer el ridículo ante los demás, contribuyamos a la risa de todos, que es el fin que se pretende conseguir.














Comenzaron dividiéndonos en grupos de a tres para que cada uno diéramos rienda suelta a nuestra fantasía, imaginándonos las más divertidas situaciones, como poder volar, subir a la luna o ser un personaje importante en cualquier profesión.
Después consultaban personalmente a cada grupo y los casos más cómicos nos los hacían comentar ante todos, produciendo el natural regocijo.
En estos grupos uno se encargaba de hablar con acento alemán, otro traducirlo al castellano y el tercero tenía que parodiar el habla de los extraterrestres. Esta mezcolanza de acentos y timbres de voz resultaba tan cómica que nos produjo buenos momentos de risa espontánea.












Haciendo un receso para la comida salimos al patio para que prepararan las mesas. La mañana era espléndida, pues además de disfrutar de un sol radiante, el viento del nordeste, tan molesto y frecuente en esta zona, se había parado por completo por lo que pudimos pasear por el amplio parque de esta abadía.
La comida fue servida con mucho oficio por nuestras anfitrionas y conversamos animadamente con los compañeros de mesa, de las costumbres autóctonas que prevalecen en los diferentes pueblos que aquí se reúnen.
En el tiempo de asueto de después de la comida quisimos visitar el cementerio que está anexo al amplio ábside de la iglesia conventual, que ahora sirve de parroquia al pueblo.
Para esto un vecino del pueblo nos lo enseñó amablemente y se sentía orgulloso de un bonito panteón que se había hecho recientemente.










Por la puerta norte ya habíamos apreciado un cementerio bastante bien ordenado y a la usanza de otros pueblos. Pero este buen señor nos llevó a otra puerta orientada al este por donde se entra a una zona moderna muy bien distribuida. Una parte para panteones en la que ya tienen hecha la excavación y cimentación necesaria de los panteones proyectados. Otra parte ocupando una pared han montado una batería abundante de nichos de los que algunos ya están ocupados.

Así los vecinos e hijos del pueblo pueden escoger el modelo de enterramiento que mejor se adapte a sus posibilidades económicas.
Este lujo por desgracia, no puede darse en muchos pueblos, pues la mayoría de los cementerios de esta zona están saturados y sin apenas espacio para poder atender la demanda de muchos hijos del pueblo que quieren un hueco en el lugar donde nacieron y tal vez pasaron su niñez y adolescencia, épocas muy difíciles de olvidar.
Ante esta necesidad, muy humana, debemos ampliar en lo posible los cementerios, aunque la administración es más partidaria de hacerles nuevos.

Sé de varios pueblos que con artimañas ingeniosas han logrado ampliar los antiguos situados cerca de los pueblos.
Los cementerios nuevos hechos a la distancia reglamentaria de medio kilómetro son muy asépticos y ecológicos, pero resultan fríos pues parece que a nuestros muertos les estamos alejando del calor y ofrendas de sus familiares.
A las cuatro seguimos con el tema del día, aumentando nuestros conferenciantes en las técnicas de la mañana. Una de estas consistía en que narráramos las peripecias que habíamos tenido en nuestra larga vida.
Este tema se prestó muy bien ha la narración numerosa de casos verdaderamente cómicos, que relatados uno tras otro nos produjo una risa continuada.
Entre los muchos casos que todos aportamos recuerdo uno contado con mucha gracia por una señora.















Para ir de jóvenes a las fiestas de otros pueblos no tenían más medios de locomoción que la ayuda de un pobre burro. Como eran cuatro, ninguna quería ir a pie. Montaron las cuatro sobre el paciente animal, que, al regresar cansado ya de su mucha carga, lanzó a dos por las orejas y las otras dos por el rabo, emprendiendo veloz carrera llegando al pueblo antes que ellas. Este desfase en la llegada sirvió de preocupación y al final de regocijo a todo el pueblo.
Esto contado con la gracia natural de la narradora nos hizo desternillar de risa todo el rato.
En el apartado final, valiéndose de sombreros chillones y gafas de payaso, varios aficionados imitando a conferenciantes no tuvieron desperdicio para hacernos reír de nuevo.

Con las últimas luces de este día tan estupendo volvimos para casa contentos de haber activado la adrenalina, que según los entendidos, es muy buena para aliviar la monotonía de nuestras vidas

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