viernes, 7 de septiembre de 2012

UNA VIDA TRUNCADA

Mi mujer Raquel ha pasado el último mes leyendo un voluminoso libro sobre el archifamoso personaje del que todo el mundo hablaba hace unos años. Animada por todos se ha decidido a hacer una pequeña reseña sobre dicho libro. Esperemos que sea el comienzo de otros muchos artículos que la vida diaria nos presenta para que seamos los testigos críticos de este mundo que nos ha tocado vivir.





 Acabo de leer el libro de Mariano Conde, Memorias de un preso. Y quiero hacer una semblanza sobre él.
En principio estremece el horror de la cárcel, la privación de libertad que todo ser humano necesita y el verte como él comenta con moles de cemento y rejas por todas partes y el chirriar de las puertas y cerraduras al final acabas por familiarizarte con los sonidos que componen la melodía carcelaria.
Él lo describe como un sitio en el que no puedes perder los nervios y ocupar el tiempo en algo: ya sea leer o hacer deporte porque como dicen los presos: "de aquí se sale."
Su primer día fue el 24 de Diciembre, Nochebuena, qué recuerdos le traerían esa noche, lo primero su familia, ya no habría tal cena pues unos acordándose de los otros, él lo comenta que fue muy duro.



 Describe la celda, era un pequeño cubículo de forma rectangular de unos ocho metros cuadrados de superficie. Nada más entrar a mano derecha una plataforma en la que se encontraba el retrete, inmediatamente a su costado un pequeño hueco en la pared hacía las veces de armario, en el que colgaba las cosas, dos repisas para dejar las bolsas y algunos libros o enseres personales, al fondo pegados a las dos paredes dos literas.
La de abajo construida en obra y la de arriba en metal. Una pequeña ventana pintada de verde, una mesita de trabajo, un espejo situado entre el retrete y el armario completaban la decoración. Esa es la manera de como situarse en lo que por algun tiempo sería su vida.

 Por el día le dieron un cargo en Ingresos y Libertades donde tenía que llevar la cuenta de los presos que salian y entraban, tomar sus huellas y demás requisitos, o sea que el tiempo lo tenía bien ocupado.
Además los presos le apreciaban mucho porque él les ayudaba en todo, pues llegaba el correo y como muchos no sabían leer enseguida acudían a él para que les leyese las cartas y siempre les daba ánimos si se trataba de alguna mala noticia, como podía ser que algún ser querido hubiese fallecido.



 Luego se juntaban y querían que les diera clases de matemáticas, pues decían que cuando salieran de la carcel no les engañaría nadie.
Cuenta que su primera sorpresa penitenciaria fue al conocer que estaba prohibido el color azul marino por ser el que utilizan los funcionarios. Desgraciadamente me habían comprado un anorak de ese color y el funcionario al verlo quería retirarmelo, le dije que era el único que tenía, que no me lo quitase porque hacía mucho frío, bueno accedió siempre que lo pusiera del reves que era de color granate, hasta que le trajeran otro, porque según cuenta el frío era acuciante, aunque tenían los radiadores pero estaban fríos.
Muchos de los presos era debido a la droga, había de todas clases sociales, como hijos de jueces y otros cargos.
Charlé con un chico que estabamos en la ducha y me contó que había perdido la pierna en un accidente de moto por huir de la policía por la cocaína.
Mario le describe como un tipo educado y de familia con posibles económicos que en lugar de trabajar decidíó que la cocaína podría servir para vivir mejor y quizá lo consiguió un tiempo, pero al final incluso con pierna artificial y otros defectos le llevó a vivir en prisión.


Son muchos los casos que cuenta de la droga y el dinero que manejan y los sobornos a que someten a gente influyente para que sus años de prisión sean reducidos.
Tiene otro caso de un travestí, que les hizo a todos quedarse mirando dice así. Me quedé paralizado y casi sin creer lo que veía. Una mujer espectacular de más de 1,80 de altura vista de lejos con un pelo largo de color marrón claro, un pantalón vaquero ceñido.
Ese ejemplar humano levantaría a los hombres de las mesas. Me acerqué para contemplarlo con más proximidad, entonces me permitió ver una nuez asomando por la garganta de la individua. Una voz ronca no permitía ya seguir alimentando una ilusión.
Desvanecida ante la cruel realidad: Era un travestí.
Un colombiano de unos veinte años que se había puesto pecho y se había transformado estéticamente  en mujer. La verdad es que de no ser por la nuez nadie lo habría dicho, porque incluso su cara, sus facciones, sus movimientos corporales creaban una plástica de mujer inconfundible. Pero la nuez, la puñetera nuez …. A la vista del desastre sólo quedaba solventar el problema penitenciario.
Poco después me enteré que la labor fue encomendada a la psicóloga. En fin que con guantes y demás instrumental sanitario comprobó lo del miembro masculino, se concluyeron las labores de inscripción en el Centro y su traslado a una celda.
Concluye Mario, diez años de mi vida quedaban atrás prisionero de Alcalá-Meco. Ahora me sentía libre de verdad .




 Fui cambiado a un Centro de Inserción Social, ya tenía el tercer grado, podía disponer del tiempo y Lourdes, mi mujer me decía ahora tenemos que recuperar el tiempo perdido, haremos muchos viajes y podremos estar juntos, pero la alegría dura poco.
Dice Mario: no podía ser verdad. Después de catorce años de lucha, justo el día en que acariciabamos la libertad de poder volver a estar juntos, no podía ser que semejante crueldad volviera a asolar nuestras vidas.
Tenía que estar soñando. Lourdes murió el 13 de Octubre de 2007. Yo seguía en tercer grado penitenciario. Seguía siendo un preso, al despedirla en silencio y soledad cuando su cuerpo físico dejó de respirar.
Es un libro que gusta leer porque lo cuenta con tal claridad que te engancha y aunque es grande quieres ver el final, que por cierto fue un tanto triste, como suele pasar algunas veces, que crees que lo que no has disfrutado tienes tiempo de hacerlo, pero el destino no está en nuestras manos.                                  

No hay comentarios: