sábado, 15 de diciembre de 2012

EN RECUERDO DE D. ESTEBAN VEGA DONCEL


      



El día 9 de Diciembre de 2012 su hija Elena nos comunicó la triste noticia de su muerte. Con mucha preocupación hemos seguido el desarrollo de su enfermedad que ha tenido este fatal desenlace.

Dada la popularidad que tenía en todos los medios de comunicación, especialmente con su aportación quincenal en el periódico Carrión, que era muy leído por gran número de lectores de este medio gratuito, su muerte ha causado un gran impacto por ser un hombre muy comunicativo y cercano, siempre dado a defender las tradiciones y modos de vida de estos pueblos.

En este empeño generoso se gastó muchos años de su vida defendiendo los derechos de los habitantes de esta zona frente a las pretensiones, a veces injustas, de los estamentos oficiales, a los que siempre importunó con sus reclamaciones.


Fruto de esta constancia fue la gran labor de reconstrucción que llevó a cabo en la abadía de Arenillas de San Pelayo tutelando la iglesia y la magnífica sala capitular. En la parte derruída del monasterio, en varios años, logró construir unas instalaciones modernas, donde las Escuelas Campesinas hacen toda clase de reuniones. También funciona un comedor que asiste a los mayores necesitados de este y otros pueblos cercanos.


 La última imagen que tenemos de él es con ocasión de un encuentro: le vimos marchar encima de la bicicleta con aire juvenil, una mano en el manillar y en la otra llevando una pancarta de regular tamaño, que pondría en Buenavista de Valdavia cuando se celebró la reunión  reivindicativa para que no quitaran las juntas vecinales de ningún pueblo por pequeño que fuera.

Con todos los problemas que surgieran en la zona se sentía comprometido, convirtiéndose en el alma mater voluntario de todos, empleando sus muchas influencias para lograr lo que tenazmente se proponía.

Pero donde más se notó su gran temple y alturas de miras es el no hacer caso a las críticas y envidias que forman parte consustancial y nociva de la vida en los pueblos pequeños. A veces se daba la paradoja que era criticado por los mismos a los que trataba de ayudar.

En los cursillos de la universidad de verano, donde asistí varias veces, es donde desplegaba sus grandes dotes de organizador, resolviendo con eficacia cualquier problema que se presentara. Su prodigiosa cabeza acumulaba todo el complicado funcionamiento de las variadas ponencias que se desarrollaban al mismo tiempo.

Para demostraros el control que llevaba de todo os diré que en las últimas sesiones de la tarde procuraba acortarlas un poco, para que a causa de mis muchos años pudiera llegar a Moratinos antes de que anocheciera.    

De su valía como escritor lo podíamos apreciar con su colaboración en el Carrión, siempre tocando problemas complicados de los que siempre salía airoso contentando a las dos partes, empleando su extraordinario don de gentes.





Esta faceta de escritor lleva aparejada la de lector acérrimo, que sabía esprimir como un limón el contenido de cualquier libro.

 Para ello, según me contó, tenía que completar la lectura con notas marginales, subrayados y llamadas, para que cuando volviera a leerlo pudiera asimilar mejor su contenido.

Cuando, después de muchas peripecias conseguí ver editado mi libro, regalé un ejemplar a nuestro cura D. Santiago. No sé por qué conducto se enteró de ello D. Esteban y quiso que se lo dejara para leerlo. Pero en vista de que tenía que llenarlo de notas, tuve que regalarle otro a él, a pesar de disponer de pocos ejemplares por la cicatería del editor.

El normal contenido del libro creo que haya ganado mucho con la aportación de sus sabias notas.

¡¡Cuánta falta se ha de notar de hombres líderes como el fallecido que sepan conducir las necesidades apremiantes de estos pueblos, que sin tener quien las aglutine serán manejados a su antojo por  los gobernantes!!

A los dos días del fallecimiento se celebró en la iglesia de Arenillas un solemne funeral por su descanso. Acudieron gente de los muchos pueblos que abarca su obra llenando la espaciosa iglesia.

Fue concelebrado por cinco sacerdotes amigos del finado con la solemnidad que requería el acto. El celebrante principal predicó una buena plática como recuerdo y consuelo a los familiares.

Varios asistentes expresaron su pesar recordando las grandes cualidades de este hombre.  Un nieto embargado por la emoción no pudo leer lo preparado, teniendo que hacerlo su madre. Esta demostración de dolor nos conmovió a todos.

En el patio se procedió a la plantación de un árbol como homenaje al gran amor por la naturaleza que presidió toda su vida.

Descanse en paz este hombre de bien, que me regaló su amistad.


Reciban todos sus familiares y allegados nuestro más sentido pésame, deseando que Dios premie a este hombre por todas sus buenas obras.