jueves, 28 de marzo de 2013

FUGA DE ANIMALES


                    
Por no hacer el anterior capítulo muy largo, me quedaron unos flecos sin desarrollar, que procuraré hacer en este.
Uno de los pájaros más representativos de esta zona era la urraca, que aquí se la llamaba “pega”. Convivió siempre con sus hermanos córvidos las grajillas y los  grajos, que aunque en menor cantidad, todavía se les ve por estos pagos.



 Las pegas, demostrando sus mayores reflejos y pudiéramos llamar inteligencia, han desaparecido de los plantíos y matorrales donde se guarecían y hacían sus nidos buscando zonas menos contaminadas.

El campo puede decirse que ha quedado sin la presencia de este guardián infatigable que ejercía esta labor de una manera permanente.

Si se rompía un saco de simiente, allí estaban ellas para alimentarse del grano. Si comías tu merienda en el campo allí se presentaban solícitas y tan pronto te levantabas hacían una limpieza general de todos los desperdicios.

Maravillaba ver la facilidad que tenían para indagar lo que sucedía en cualquier lugar del ancho campo.

Esta faceta las hacía peligrosas pues atacaban a cualquier animal herido o débil que quedara abandonado. Bien sabían esto los pastores veteranos, pues cuando se les quedaba una oveja enzarzada salían de inmediato a buscarla, pues si no la encontraban pronto la presencia de las pegas era rápida y devoraban sus ojos, como la parte más blanda que encontraban, teniendo que sacrificarla de inmediato pues una oveja ciega no tiene posibilidad de sobrevivir.




 Estos astutos pájaros hacían sus nidos en lo más alto de los árboles, donde la fragilidad de sus ramas no aguantara el peso de un hombre.

También los sabían colocar en el centro de la mayor y más tupida zarza que encontraban en todo el contorno, lo que te impedía acercarte a él.

Era tal el blindaje superior de sus nidos que no dejaban más que un pequeño agujero de entrada, rodeado de los palos de zarza más resistentes y con mejores pinchos.

Esta sólida construcción era aprovechada alguna vez por los cernícalos, que aquí se llamaban gaviluchos, mucho menos mañosos, estableciéndose verdaderas batallas por su posesión.
Estos dos pájaros se alimentan mayormente de la gran cantidad de ratones autóctonos, que al arar, sus madrigueras quedaban al descubierto.
La lucha entre ambos te servía de distracción en las largas horas sobre el tractor.

A pesar de que las pegas no tienen las garras y el pico curvo de los aguiluchos, estas lo suplían con más fuerza y maña para llevarse el ratón disputado, especialmente si la pega encontraba un árbol cerca donde se hacia inexpugnable.

No fui partidario de tener aves en cautividad, pero un amigo me contó que había tenido una cría de pega en casa. A los pocos días de darla buen trato no intentó huir y se aclimató a la casa totalmente. 
Para desarrollar su instinto buscador recorría la casa constantemente guardando en los sitios más inverosímiles todo objeto que pudiera transportar.

Con el trato de este singular pájaro parece que en mis largos años de labrador le había cogido cierto aquel.



 Si alguna vez vamos a Valladolid me gusta dar una vuelta por el Campo Grande. Fue una agradable sorpresa oír el inconfundible graznido de las pegas saltando entre los árboles centenarios de este hermoso parque, que cobija multitud de aves exóticas que son cuidadas con esmero, logrando ser uno de los mejores parques de esta zona de campos.

¿ Qué ha sucedido para que un ave tan avispada como esta busque refugio en estos lugares?

A mi entender la causa no ha sido otra que la gran contaminación acumulada en el campo con tanto producto químico que ha acabado empobreciendo todos los seres vivos que componen la natural cadena trófica. Esta falta de seres aparentemente inferiores ha cortado la alimentación de los que podíamos llamar superiores mermando su expansión y haciendoles que se retiren a lugares más limpios de contaminación.

Parece que esta ha aumentado cuando se ha generalizado el uso de productos derivados del mercurio, pues en mis tiempos de labrador se usaba el sulfato de cobre, al parecer mucho menos dañino que el mercurio. 


 Recuerdo que el sulfato de cobre se usaba para múltiples usos, como el tratamiento de las viñas, la desinfección de las simientes e incluso como remedio curativo de las gallinas disuelto en el agua de beber.

Debía también servir para limpiar la boca de las mulas pues mi querido padre las daba un bocado de simiente con la sembradera, cuando iniciaba la faena de sembrar a boleo.

El mercurio es un metal en estado líquido muy pesado que se extrae de las minas. Se ha generalizado tanto su uso que se hace imprescindible para la fabricación de las lámparas de bajo consumo, tubos fluorescentes y toda clase de mini pilas con las que funcionan pequeños aparatos como los audífonos.




Si no se hubieran hecho pruebas nos parecería imposible que una pequeña pila que apenas la encuentras entre los dedos, sea capaz de contaminar una gran cantidad de agua. De hay la necesidad de entregarlas para su destrucción controlada.

El ahorro de energía eléctrica con estas lámparas ha hecho renovar todo el alumbrado publico, iluminar muchos kilómetros de playas, además del uso general en bancos, centros comerciales y en el uso doméstico.

La contaminación ha aumentado en paralelo a sus aplicaciones siendo motivo de alarma, hasta el extremo que un renombrado científico no ha tenido empacho en afirmar que si no se hubiera descubierto el mercurio el mundo habría avanzado menos, pero estaría mucho menos contaminado.

La casi nula contaminación de antes favorecía el desarrollo de una cantidad numerosa de seres vivos que servían de alimento a otros, como los zapateros, las chicharras y los grillos, que en las noches planas de verano alegraban el ambiente con su monótono grillar.



En mi niñez estaba de moda tener una caja de grillos a los que alimentábamos con hierba. Para recogerlos en los agujeros que hacían  picábamos con una paja y si no salían teníamos un método infalible. Poníamos rodilla en tierra y les echábamos una  meadita forzándoles a salir si no querían morir ahogados.


Esta misma causa nos ha privado de oír el croar de las ranas que había en toda charca que tuviera agua todo el año. Otro batracio menos vistoso como el sapo ha desaparecido también, privando a las huertas de un predador natural de las babosas y caracoles con los que se alimenta.


Procuremos usar lo menos posible productos contaminantes, para que su regeneración sea la más rápida posible.                            

3 comentarios:

Franca dijo...

Hola X. Bonitas crónicas. Yo también soy amante del campo, pero sin tanta sapiencia...

He buscado el libro que nombras como tuyo en la introducción del blog y no lo encuentro.

A ver si te miras mi blog http://aramass.blogspot.com.es/ aunque me conecto poco a la red; me acabo de jubilar, retirándome del urbanal ruido y pretendo desengancharme de algunas cosas...

Un abrazo y que sigas disfrutando de la maravillosa naturaleza.

Franca

Franca dijo...

Ah, que no sé cómo hacerme seguidora de tu blog. Y que me digas cómo conseguir tu libro de Tierra de Campos (la última vez que estuve fue cuando hice un tramo del Camino, el año pasado).

Saludos y salud a esa noble tierra y a sus habitantes desde le no menos preciada Sierra de Huelva, bien distinta. Vivan las diferencias!

CARLOS CELADA dijo...

La observación de los hechos cotidianos es el punto de comienzo para llegar al conocimiento. La curiosidad conduce a la información y ésta a la cultura popular. Delibes,como hace mi padre,amaba el entorno que le rodeaba, sentía curiosidad y transmitía esa pasión en sus libros a los demás. Mi padre mantiene esa misma sintonía con la naturaleza que le convierte en el sabio respetado por todos. Un beso. CARLOS CELADA