miércoles, 29 de julio de 2015

RECUERDO DE HACE 19 AÑOS


 El Camino de Santiago cada día nos muestra una nueva faceta que representa las múltiples formas de vivir de cada peregrino que le han motivado por una causa que cree merece la pena.

Kike y Begoña, peregrinos de Albacete, me dejaron esta nota explicativa de su viaje: 
“Hace 19 años hicieron este mismo Camino como viaje de novios. Después de tantos años quieren repetirlo con la misma ilusión pero con más sacrificio. La vida es un camino que no podemos dejar de andar, y ese Camino nos hace grandes. ¡Ah y viva el Papa Francisco el guía!”
Que gran lección de amor la de este matrimonio de Albacete que tras 19 años de matrimonio repetían el Camino hoy con las mismas ganas de vivirlo juntos. 
Dos etapas de su vida que como puso Begoña en el libro le sirvieron para acrecentar su amor de pareja como evidenciaron dándose un efusivo beso cuando Kike  leyó el deseo de su mujer para que le durara toda la vida.


En unos recortes de periódico me mostraron como un gran tesoro dos fotos de su primera peregrinación de la que saqué dos fotos que acompaño.
Que tremenda facultad de recuerdo tenemos los seres humanos para sentir emoción ante la más pequeña fotografía que nos muestra algún momento entrañable hasta el punto de removernos en lo más íntimo como si acabara de suceder lo que la foto recuerda.

Después de refrescarse un poco del tremendo calor que padecemos me dejaron su foto y marcharon decididos a hacer este segundo viaje aún sabiendo que les va a costar más que el primero.

Poco después pasó una madre con dos hijas mellizas. Procuré con ellas enseñarlas los detalles de la iglesia y, por las recomendaciones que las hacía, se adivinaba a una madre muy preocupada por mitigar las corrientes modernas que imperan ahora en la juventud, aconsejándolas que fueran más practicantes de lo que su madre había aprendido de sus mayores.

Les hacía mucha ilusión ver su foto en Internet y que por su simpatía merecen ver. 

viernes, 24 de julio de 2015

IMPRESIONES DE LA COSECHA 2015



A pesar de haber llovido poco, la cosecha obtenida ha sido mejor de lo que se esperaba, pues parece un milagro que con las escasas precipitaciones se haya llegado a cerrar el ciclo normalmente.
La cebada ha tenido un rendimiento acaso un poco más de lo normal, ya que los calores de primeros de Mayo, al estar ya casi granada, apenas la afectaron, no así al trigo que estaba más tardío, sufriendo en su granazón.


Además de esta circunstancia sufrió el ataque de la roya que debilitó a la planta teniendo que tratarlo de urgencia, con el consiguiente daño de las rodadas, que al estar ya casi granando no pudieron recuperarse.
Este grave problema de los hongos y malas hierbas parece que va en aumento, no sé si por hacerse las plagas resistentes al tratamiento, o porque los productos tienen cada vez menos efectividad, teniendo que casi doblar la dosis que marca el prospecto si se quiere lograr el resultado apetecible.
Al ser estos productos bastante caros, si hay que tratar la mayoría  de lo sembrado, se lleva una parte del resultado económico de la explotación.



Se puede decir que en estas fechas la cosecha de cereales está ya recogida faltando el empaque de la paja que se ha hecho obligatorio si se quiere laborear la tierra pronto, pues quemarlo está prohibido, y más con la ola extraordinaria de calor que este año estamos padeciendo.
Una buena parte del terreno labrado se siembra de vezas, girasol, alfalfa y este año como ensayo el cártamo.




Estas sementeras de primavera también se están logrando normalmente, a pesar de lo poco que lluvió pero muy oportuno pues hizo que la nascencia fuera buena y la floración y posterior granazón pueden ser buenas, a poco que merme el calor y acompañen circunstancias normales en su desarrollo.

En estos días de la floración del girasol el campo cambia de aspecto pues el intenso color amarillo contrasta con el pardo del rastrojo del cereal y el verde intenso de las pocas viñas que van quedando.

Aprovechando esta variedad de matices los peregrinos aprovechan para hacer fotografías que ufanos llevan para sus países, preguntando por el nombre de este cultivo tan vistoso. 

En mi paseo encontré a una peregrina alemana que quería sacarse una foto con este maravilloso fondo, la ayudé e intercambiamos nuestras fotos.



Ya llevamos unos años en que el cultivo del girasol se está adaptando en esta zona logrando unos buenos resultados ya sea por las buenas labores que se le da o por la adaptación del terreno.
En un viaje que hice a Palencia pude comprobar que este cultivo está muy extendido, pero son pocas las parcelas que se puedan comparar con el óptimo desarrollo y buen nacimiento de las de aquí.
Esta particularidad de nuestra tierra debemos aprovecharla, pues a pesar de lo que se decía cuando se empezó a sembrar girasol que era una planta esquilmante, la realidad ha demostrado que no lo es, pues su abundante raíz y fuerte tallo al pudrirse en la tierra se convierte en abono vegetal que aumenta la riqueza del suelo consiguiéndose con su alternancia rendimientos iguales al barbecho.

Otro tanto a favor del girasol es que hasta ahora no tiene ninguna plaga que lo ataque, pues muy pocas son las plantas que se libran de alguna enfermedad con el engorroso tratamiento y gasto que esto supone.
Este comportamiento del girasol me recuerda el tiempo en que era labrador y el cultivo de las lentejas tenía unos rendimientos superiores a otras zonas más cerealistas. Según confesión de unos amigos labradores que tengo en Villalcón los mil kilos de producción media por hectárea allí eran inalcanzables.

En cambio aquí se lograban la mayoría de los años a poco que lloviera y la planta pudiera alcanzar la altura de una cuarta para que la siega con guadañadora pudira recoger las muchas y bien granadas vainas que este clima producía.
Con triste añoranza recuerdo el último año que sembré lentejas y que se malograron por que el año antes habíamos empezado a tirar herbicidas, cuyos residuos no degradables fueron la sentencia de muerte de este cultivo tan rentable en esta zona que algunos años competía con los de los cereales.
Acaso pueda parecer una ilusión irrealizable pero en vista de que las leguminosas para pienso animal llamada veza se defiende bastante bien de los residuos de los herbicidas, se podía intentar por los laboratorios un antídoto parecido al que tiene la veza que se pudiera usar para la defensa de la lenteja, pues las dos son leguminosas

viernes, 10 de julio de 2015

APERTURA DE LA IGLESIA DE MORATINOS: VERANO 2015



Parece que esta temporada la hemos comenzado con buen pie, pues nada más abrir llegó un peregrino que pudiéramos llamar honorífico del Camino  Santiago, porque nada menos lo ha hecho en treinta ocasiones.
Con que orgullo lo atestiguaba en las tarjetas que recordaban su trigésimo aniversario con el nombre de “ El peregrino de la RIOJA “PEPE”, con su nombre, dirección postal y teléfono de Logroño.
De trato muy afable, como buen veterano del Camino, lleva sobre sus hombros una pequeña bolsa con lo más imprescindible, ya que lo mayor de su equipaje se lo llevan de un hotel a otro según convenga al peregrino.


Con este fin se ha montado un espacio cada vez más próspero que evita, según propia confesión, el mayor sacrificio del Camino que es cargar sobre los hombros los treinta o cuarenta kilos de mochila que todo peregrino normal necesita como saco de dormir, ropa personal y una esterilla para descansar en caso de emergencia en cualquier sitio.
Esto normalmente no se da, pues todo el Camino esta tachonado de albergues, hostales y hoteles que según el nivel económico puede servir para pasar la noche.
Estos peregrinos tan reincidentes  según confesión del riojano Pepe empezaron por hacer lo más difícil como hacerlo cargado con la mochila y en casos extremos haber dormido en un cementerio. 
Con el paso de los años el gusanillo de hacer el Camino les lleva a  hacerlo con más comodidad adaptándose a la falta de facultades físicas que la edad trae consigo.
Cada vez se dan más casos de estos repetidores del Camino que toman esto como una escapatoria anual que tienen que hacer en lugar de otras excursiones más modernas y complicadas.
No quiero con esto restar méritos a los sufridos peregrinos que, según cuentan, encuentran en él una satisfacción íntima y un duende especial que es lo que más atrae a muchos a hacerlo, sin encontrar muchas veces la causa material que lo explique.


A estos veteranos del Camino les gusta llevar algún distintivo que les haga especiales, como el nuestro riojano Pepe, que llevaba un cayado más alto que el habitual con la clásica calabaza y la concha de la vieira, rematado con un artístico ramo de flores rojas acompañado del oloroso tomillo que sale a la orilla del camino.




También me dedicó un corto verso que traía impreso en una de sus tarjetas y yo se lo compensé con otro más amplio de mi cosecha.
También Pepe, este peregrino tan especial, quiso ser generoso y nos regaló un trabajo de marquetería fina consistente en la cáscara de una nuez serrada con mucho pulso pues su parte inferior se trasforma en una cesta y la otra mitad superior convenientemente afinada hace de una asa muy artística.






Dentro de esta mini cesta aparece la silueta de estar llena de alubias muy típicas de su región, blancas con una pinta negra por lo que en unas zonas se las llama blanca y negra y en otras moros y cristianos.
Pasaron también dos peregrinas más: una de Galicia y otra extranjera, muy tratables sacándonos unas fotos con su báculo tan especial. 
Al tratar de arreglar el movido de las mías, pues mi pulso ya no me acompaña, las perdí, y he tratado de suplirlas con las fotos de sus tarjetas y el regalo de la cestita.
Cambiamos unas pequeñas impresiones pues tienen prisa por aprovechar el fresco de la mañana y poder librarse del fuerte calor que nos acompaña ya unos días.                  

martes, 7 de julio de 2015

LOS POZOS DE LOS PUEBLOS


Por ser el agua un elemento poco abundante en esta zona, desde siempre, se ha sabido aprovechar los recursos que la naturaleza nos proporciona.
 Quisiera detallar algunas momentos  que recuerdo sobre los pozos en las casas de los pueblos. 


Es acaso el procedimiento más antiguo que se conoce, pues ya en el Antiguo Testamento se hace mención a ellos.
Por estar situados en zonas muy secas, serían, sin duda, muy apreciados y cuidados por depender de ellos la supervivencia de sus habitantes y ganados.
  


Por estos pueblos no había casa labradora que no tuviera al menos uno y como muestra de la mayor solidaridad existente, para hacerle menos costoso y con más perfección y profundidad se hacía en el medio de la pared medianera, con dos portezuelas a cada lado por donde se sacaba el agua para las dos casas.


Hasta que no me tocó bajar a uno para “mondarle” no aprecié lo bien construidos que están y el sin número de objetos que con el paso de los años van a parar a ellos.
  Como el medianero del pozo nuestro era tío Guillermo, él con su experiencia me aconsejó que defendiera mi cabeza con un orinal de los que se usaban en los dormitorios cuando no había cuartos de baño. Con el refuerzo de latón de que estaban hechos y la mullida de la gorra, la parte más sensible, que es la cabeza, quedaba protegida de la posible caída de algún caldero, piedras y cacharros.
  


Una vez agotado el agua y provisto de unas buenas botas, bajé al fondo del pozo y empecé a llenar calderos de lodo que mi tío con la ayuda de una polea, subía para arriba, con tal pericia que apenas cayó nada sobre mí.
  Con los cacharros y utensilios que encontré entre el lodo, casi se puede reconstruir la vida y costumbres de generaciones pasadas, según los diferentes materiales y formas de los mismos.
  
Salieron primero los calderos de cinc que no habían podido ser recuperados por los ganchos de tres púas, especiales para este menester. Algunos de estos ganchos estaban clavados en el hueco de las peñas, con las que estaba encascado el pozo.
  


También salían muchos utensilios de cocina como cucharas, tenedores, platos, sartenes, cazos y espumaderas. En cuestión de juguetes también había mucha variedad, desde los de latón, goma y cartón piedra, a los de hierro fundido, barro cocido he incluso alguno labrado con esmero por algún pastor o aficionado a la talla. Por su buena conservación durante muchos años eran de madera durísima de roble adquirida por el crecimiento muy lenta de esta planta.
  Según iba ahondando el procedimiento de sacar agua iba variando. Del caldero tradicional se pasó a unos recipientes de barro cocido, como los que yo conocí para medir el vino, en forma de tinaja con un asa fuerte a la que se ataba la soga para elevarles. Esta se rompía por la acción del agua y el uso continuado, quedando sepultados entre el lodo. Por ser este recipiente más pesado y de formas más lisas, los ganchos perdían toda su efectividad.
  Al ir ondeando casi cinco metros, el diámetro del pozo iba disminuyendo hasta llegar al cimiento, que consistía en una sola piedra redondeada, sobre la cual estaba apoyado todo el encascado.
  Este, visto desde abajo, daba la sensación de estar dentro de una tinaja, estrecha abajo, ancha en el medio para hacer más depósito del agua disponible, estrechando arriba para que el brocal no tuviera más diámetro que un medio metro, anchura que tenía la pared medianera.
  

En algún pueblo que era más difícil la captación de agua en cada casa, había un pozo comunal ubicado generalmente en la plaza, a la que acudían todos los vecinos provistos de la correspondiente soga y caldero.